
Dicen que no se puede ser lo que no se ve. Por eso necesitamos referentes: nombres, rostros y obras que nos recuerden que las mujeres también estuvieron —y están— ahí, creando, pintando, pensando y rompiendo moldes. Sin genealogía no hay memoria, y sin memoria, el arte se queda cojo.
Este mes queremos mirar hacia ellas, las artistas que nos abrieron camino a golpe de pincel, palabra o idea. Y una de ellas es Maruja Mallo, una de las grandes olvidadas de la vanguardia española, capaz de mezclar trigo, geometría y deseo en una misma pintura.
Su obra Sorpresa del trigo inspira nuestro próximo Merendarte, el martes 18 de noviembre en Avilés: una tarde para hablar de arte, igualdad y pan (sí, pan) mientras compartimos una merienda muy Cuéntame un cuadro: cálida, divertida y con mucho contenido que digerir.
Además, estos días el Museo Reina Sofía dedica a Maruja Mallo la exposición “Maruja Mallo. Máscara y compás”, y desde Cuéntame un cuadro hemos preparado una audioguía para disfrutarla con otra mirada.
Si ya me has escuchado hablar de arte alguna vez, sabrás que Maruja Mallo me pierde. Hay algo en su forma de mirar el mundo que me resulta imposible de olvidar. Este mes le dedicamos dos propuestas muy especiales. Ojalá que, si aún no la conoces, te deslumbre, y si ya la conocías, te vuelva a sorprender.
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Hazte con la audioguía “Maruja Mallo. Máscara y compás. Museo Reina Sofía” [enlace]
Porque construir una genealogía también se hace así: juntas y con migas de pan sobre el mantel.







